Del comentario a la enfermedad: cómo se gestan muchos Trastornos de la Conducta Alimenticia

 

El 90% de las personas que lo sufren son mujeres, y las consultas a profesionales comienzan a los 10 años. Datos que permiten evaluar el impacto que sufren niñas y adolescentes al evaluar su cuerpo bajo parámetros que incluyen comentarios no solicitados y espacios que promueven hábitos poco saludables.

 No siempre malintencionados pero sí altamente nocivos. El comentario acerca del cuerpo de una persona puede afectar fuertemente su autoestima y llevarla a plantearse cambios que no son saludables, poniendo en riesgo su salud y su integridad. Visibilizar estas situaciones es, por tanto, lo que se busca con la conmemoración del 30 de noviembre como el día  internacional de la acción contra los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

De esta forma, la reflexión implica realizar distintos esfuerzos para prevenir estos problemas de salud, que se caracterizan por tener una compleja relación con los alimentos y, en muchos casos, una obsesión con el peso. Y para ejercer una efectiva prevención, es necesario educar desde la primera infancia.

“Se requiere educar en la aceptación de todas las formas y todos los cuerpos”, señala Cecilia Sepúlveda, presidenta del Colegio de Nutricionistas. “Educar para no dar connotaciones negativas o positivas a los alimentos, en decir no a la cultura de la dieta y  entender los componentes emocionales de la alimentación. Educar en que los TCA sí existen y que los comentarios, el lenguaje, crea realidades. Culturalmente no podemos seguir validando a las personas por su imagen corporal.

Restringir alimentos, tener conductas purgativas o ingerir altas dosis de comida en poco tiempo son los TCA más frecuentes. Mientras que un reciente estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica concluyó que un 75% de la población que consulta a especialistas por estos trastornos tiene entre 10 y 25 años de edad; siendo un 40% niñas, niños y adolescentes de 10 a 17 años.

Bajo este escenario, la experta indica que la prevención debe comenzar en la primera comida, y analizar y replantear nuestras actitudes como adultos. “Cuando le decimos a los hijos ‘qué linda te ves más flaca’, ‘no comas tanto, vas a engordar’, ‘por qué no sales a correr’, o cuando como padres criticamos nuestro cuerpo diciendo ‘me molestan estos rollos, no usaré traje de baño’ o ‘voy a dejar de comer pan porque engorda’, etc; estamos teniendo una mirada peso centrista y validar a alguien a través de su peso indudablemente puede afectarla”.

Para que se desarrolle un TCA, tienen que confluir algunas variables genéticas y ambientales, factores sociales y otros culturales, como la cultura de la delgadez; en los que se refleja la validación externa de lo físico, sumado fuertemente con la instrumentalización del cuerpo de la mujer. Por esto, Sepúlveda, señala que el impacto que tengan ciertos comentarios, lo que se ve en redes sociales y lo que se transmite, tiene que ver con la vulnerabilidad en que se encuentran las personas que pueden desarrollar TCA.

“Nosotros no sabemos en qué condición se encuentra, por lo tanto, validar a alguien a través del peso, puede afectar indudablemente su autoestima y tomar acciones respecto a esto. Para la persona significa significa que la pueden querer más, que puede ser más exitosa teniendo menos peso o una determinada figura que es la que se explota comunicacionalmente”.

Por otra parte, el impacto de la pandemia de Covid-19 ha dejado a la vista una crisis en la salud mental, especialmente, para los adolescentes. Siendo este grupo el que aumentó entre cuatro a cinco veces las consultas por TCA, durante 2019 a 2021, en comparación con los años anteriores.